La semana pasada me contactó un cliente que quería aprender a patinar. Sus hijos le habían entregado el regalo del Día del Padre por adelantado: unos patines de fitness.
Sólo se los probó en su casa y al ver que aquello se le descontrolaba, se le ocurrió solicitar nuestros servicios para dar una sorpresa a su familia presentándose ese día con los patines puestos y moviéndose con soltura.
Me pareció una idea fantástica, además de ser un gran detalle el querer agradecer a su familia ese regalo esforzándose en aprender este deporte.
Y es que muchos piensan, como él bien me decía, que esto es sólo para críos y jóvenes, que cualquier persona de 40 para arriba le va a ser muy difícil o casi imposible mantenerse en pie con unos patines.
Pues nada más lejos de la verdad.
La gran mayoría de los alumnos superan los 30, otros los 40 y tenemos varios conocidos que los 70.
Todo depende de las ganas, la energía y el espíritu de cada persona.
Claro que cuanto más mayores somo menos elasticidad, reflejos y fuerza tenemos en nuestros músculos. Pero no hace falta llegar a la edad de oro para eso. Yo misma, cuando comencé a patinar, y no hace tanto tiempo, aunque había sido deportista toda mi vida practicando Karate, después escalada.....al empezar con el patinaje no podía creerme lo "dura" que estaba. Y con el tiempo y muchas horas de práctica, vuelves a educar a tus músculos, tu equilibrio...
Así que mi cliente después de una semana entera de entrenamiento y aprendizaje, el último día se fue a su casa feliz y satisfecho porque todo su esfuerzo había merecido la pena y el domingo recibiría la mayor recompensa de todo ese trabajo: la cara de asombro de su mujer y sus hijos.
Y aunque no os lo creáis, una gran sonrisa ocupó mi vuelta a casa, porque él tendría su recompensa el domingo, pero yo la tuve en esos últimos minutos de la clase al comprobar el gran avance del alumno en tan sólo 8 horas. La motivación y las ganas de aprender son la gran diferencia (y una gran profesora :))))))
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